Hola,
no puedo empezar esta aventura sin hacer mi pequeño homenaje a un hombre que ha marcado mi vida; que me enseñó a ser más sentipensante; que dio pie a muchas letras propias y actos amorosos; que hizo que algunos de mis días fueran poéticos; pero sobre todo, me ayudó a confirmar que el amor sin honestidad es sólo falsa y desapasionada verdad.
Un hombre del pueblo de Negua, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso - reveló- Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
EDUARDO GALEANO